Frente a un cuadro de gripe, los médicos homeópatas nos concentramos en
estimular la energía autocurativa del paciente para que su propia inmunidad
rechace al virus invasor.
Con el tratamiento homeopático unicista, la evolución de estos cuadros
gripales suele ser benigna y leve y deja inmunidad contra ese virus.
La medicina convencional en cambio, sólo cuenta con su clásico arsenal
"
anti-todo
"
:
antitusivos
contra la tos,
antitérmicos
contra la fiebre,
antihistamínicos
contra la secreción nasal y los estornudos,
antidiarreicos
contra la diarrea.
Eso en el mejor de los casos, porque no es difícil encontrar médicos que
durante estas epidemias receten antibióticos...
contra el virus.
El paciente, que desea curarse rápido para retomar sus actividades, vuelve
encantado a su casa con las manos llenas de remedios, porque siente que
por fin está
haciendo algo
.
Y vaya si lo hace.
Con el
antitérmico
, baja la fiebre, y así destruye una de las armas más poderosas de defensa
del organismo.
La fiebre es una respuesta inmunitaria programada para elevar la temperatura
de la sangre y otros tejidos y hacerlos inhóspitos a los gérmenes.
Dos o tres días de fiebre alta son una medicina antiviral y antibacteriana
maravillosa, tan efectiva que sólo la Naturaleza podría haberla creado.
La tos es una reacción refleja de los bronquios para expulsar cuerpos extraños
y gérmenes, y también el catarro.
El
antitusivo
inhibe ese reflejo y las vías respiratorias quedan indefensas frente al
avance de los microbios.
El
antihistamínico
reseca las mucosas haciéndolas sensibles a cualquier agresión porque
impide la formación de moco
, esa ingeniosa trampa mucilaginosa que las células sanas producen para
atrapar, inmovilizar y eliminar a los gérmenes.
Suprimiendo el
estornudo
, paraliza una respuesta del organismo programada para expulsar violentamente
las partículas extrañas.
Con el
antidiarreico
, se suspende la eliminación de los virus, las bacterias y sus toxinas por
una de las vías naturales del organismo, y se les permite quedarse en nuestro
medio interno más tiempo de lo conveniente.
En realidad, esta terapéutica propia de la medicina moderna nos deja expuestos
y desvalidos frente al ataque de los virus, porque anula el portentoso
sistema de defensa con el que hemos nacido.
Este es el modelo de curación que se ha ido trazando poco a poco, a medida
que los laboratorios han desarrollado una droga diferente para actuar sobre
cada órgano y para modificar sus funciones naturales.
En nuestra cultura competitiva, a muchos pacientes les resulta inconcebible
resignar tres días de trabajo para quedarse descansando en la cama.
Víctimas de la eficiencia aplicada a todo, no pueden creer que la ciencia
no pueda cortar ni acelerar el proceso.
Pero la realidad es que contra los virus nadie puede hacer nada.
Volver a tener fiebre, volver a tener tos, volver a ser mocosos, es volver
a la verdadera curación, la que el organismo hace por sí mismo si lo dejan
trabajar tranquilo y sin interferencias.
Así podremos aprovechar su sabiduría, que es infinitamente mayor que la
de todos los laboratorios medicinales del mundo.